Un vaso de vino me lleva a pensar que las mentiras siguen llevándose mi poesía. Solo la palabra escrita vale un pedazo de tierra de algun cerro de Valparaíso.
Estaba dormida. los ojos soñaban en silencio. Los labios abiertos pendían como crepusculo. Una rama paso ondulando los contornos de los ojos de otoño. La mirada se miraba a sí misma. La voz de la poesía, el hambre infinito de la tierra en la costa.
¡Oh! Madres, no conozco el dolor de no tenerlas,la muerte nunca vino por ninguno de los mios,cuando llegó una vezle temí y me oculté.Ahora los años son mas cortos que los años de infancia.Ahora, si llega a ustedes, madres miassonrianme en los sueños,cuando conozcan los secretos reales del alma y de la pena,porque en la vida de los sentidosno podré ser estoico sin vuestro aliento ¡Oh! Madres.
Nació un acuerdo con mi vecino. Tuvimos los materiales y empesamos con nuestras manos. La mezcla era buena. Me contó de sus proyectos, del hijo fallecido. Almorzamos a las tres de la tarde, en el patio de su casa. Al arrebol terminamos. El gran muro estaba listo, Separaba la "propiedad privada de mi vecino y de mi" Nunca más supe de él, de mi vecino.