martes, enero 6

Charles


Hay que ser siempre ebrio. Todo está allí: es la cuestión única. Para no sentir la carga horrible del tiempo que quebranta tus hombros y te inclina a la tierra, hay que embriagarse sin tregua. ¿ Pero de qué? De vino, de poesía o de virtud, a su modo, pero embriaguese.
Y algunas veces, sobre las marchas de un palacio, sobre la hierba verde de un potrero, en la soledad triste de tu habitación, te despiertas, la embriaguez ya disminuida o desaparecida, pide al viento, a la ola, a la estrella, al ave, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregunta cual hora es; el viento, la ola, la estrella, el ave, el reloj, te responderán: " ¡ Es la hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del tiempo, embriaguese; ¡ embriaguese sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, a su modo. "


Charles Baudelaire, El Muermo de París.