jueves, marzo 29
San Pedro de Atacama
En los páramos de este desierto lisérgico,
pareciera que mi condición de aberrante ingenuo se confunde entre sentires y pesares nocturnos,
por allá lejos en algún ayllú de San Pedro fui enterrando una por una todas mis penas pasadas, sin infancia y sin veteranía la edad de bronce apareció para condenarme y perdonarme después.
Con el pasar de los días mi piel fue tomando colores desconocidos al tejido sereño, la humedad fraguó los recuerdos de peneca y una mujer pintada de azul vislumbró con la energía tenue toda mi perseverancia.
Ahora este sentimiento pende como el crepúsculo, y esas ganas insostenibles de saberlo todo me hacen hablar de más a sabiendas que el silencio me defiende de batallas corporales.
Una mano abierta a la hora de la verdad, te abraza .
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